Guy me pregunta cómo hacía para
hacer
de mi vida una continua película de cine.
Yo respondo que hacerlo era, de todos modos, mucho más fácil allá.
Él y yo nos conocimos en una barra de bar.
El chico que me hablaba era Guy, pero yo vi en todo su rostro otro rostro parecido, demasiado familiar.
Guy era un hexágono que se reducía a una nariz y una boca sonriente que me decía cosas locas en otro idioma y que me traía demasiados recuerdos.
Veía un rostro cercano, era el chico que estaba en varias de las fotos de mi pared, pero hablaba en una lengua diferente y llevaba unas gafas desconocidas para mí. Era él pero en otro sitio. Era él y bebía conmigo. No era él, por eso lloré.
Conocí a Guy en una barra de bar y él nunca entenderá por qué mientras me hablaba,yo lloraba un poquito, como queriéndome esconder.
Aprés tout, propuse a Guy un juego divertido: empezamos a jugar a las películas.
Empecé yo.
El día siguiente era domingo. Había un sol espectacular. Cogí la bici y escondí la primera pista, (indice), en una ventana rota cercana a la casa de Guy. Con ese juego tonto desaté la tormenta.
El juego de las películas nos poseyó.
Buscábamos pistas por toda la ciudad, intentábamos hacerlo cada vez más difícil, con pistas que llevaban a otras pistas, con preguntas al frutero, al camarero de aquel bar, al chico de los periódicos...yo escondía sobres entre los cuadros por restaurar del taller de Guy, entre las tallas de madera, entre los botes de pinceles...dejaba sobres en el tazón de comida del perro, dejaba la primera pista en el atelier y la segunda entre cubos de basura...el juego de las películas empezó a ser más una cuestión de honor que de diversión. Luchábamos por inventar un recorrido diferente, algo nuevo que sorprendiese aún más si cabe en cuanto a ingenio se refiere, hasta que ya no nos quedaron más estrategias ni películas divertidas por las que jugar...hasta que propuse un nuevo juego: no jugar más...
-¿Salimos a tomar un café?-
-Oui-.
-De acuerdo, salgo en cinco minutos, estaré perdida en el quartier des anges, entre las ruelles, ¿me buscarás? tienes una hora para encontrarme. Tienes que encontrarme.
-Oui-.
Salí y caminé, y caminé, y caminé, lo hice durante horas, saltaba entre los baldosines y me escondía de la lluvia en las casetas...
Cuando estaba anocheciendo, justo en la salida de la Rue de Mons hacia Carpeaux, vi un papel que sobresalía de las rejas de un vallado:
Il y a un film où les protagonistes sont une fille et un mec qui....