jueves, 23 de octubre de 2008

¿Quién teme al lobo feroz?


-Lamentablemente, el lobo se lanzó al cuerpo del niño, quedando éste totalmente cubierto por las garras del fiero animal y entonces, luchando fervientemente contra la fuerza de la naturaleza, Marcos consiguió trepar el árbol lleno de manzanas que crecía al lado del camino, y se puso a salvo.


Hice una pausa para coger aire y miré a Candela. Rebusqué entre las arrugas de la colcha y sólo conseguí encontrar sus ojos avellanados y brillantes escondidos bajo las mantas.


-Tenía miedo del lobo- dijo tímidamente, y sacó su naricilla del improvisado refugio. Acto seguido adelantó la cabeza hacia el libro, en un intento por comprobar si la imagen que había creado en su cabeza seguía atrapada en ese cúmulo de páginas unidas.


-¿Dónde está el manzano? ¿Y el lobo? ¿Y Marcos? Yo sólo veo curvas negras sobre la página blanca.


No caemos en la cuenta de lo poderosos que somos al sumergirnos en una lectura.¿Quién no se ha sentido nunca reflejado en esas historias que lee, introducido en la persecución policiaca, dialogando con el filósofo que "ensaya" en esas páginas, emocionado con las aventuras de cualquier personaje? Es la magnitud de la buena combinación de curvas negras. Es nuestra propia pantalla de cine, nuestra ventana al mundo imaginario, que es para nosotros tan real como número de elementos comunes encontremos en él.

3 comentarios:

Elena Cardenal dijo...

Estoy de acuerdo. Las buenas historias te hacen olvidarte por un rato del mundo exterior haciéndote protagonista de ellos. Me encanta cuando eso ocurre, y me gustaría que a alguien le pasara lo mismo con mis historias.

Un saludo!!

Estoicolgado dijo...

por eso cuando uno se sumerge bien, el tiempo no es tirado

gracias muáa

Duende Crítico dijo...

La lectura, ese gran amigo...