lunes, 14 de junio de 2010

Ellas se han ido -sólo quedamos el matrimonio- y ahora la bonita vista del balcón no es suficiente para decir que Salvatore Calenda 45 es mi casa.
La ciudad está oscura y no hay ni un alma en la calle: Italia juega el mundial. Todos están reunidos en los salones vecinos y aunque pensaría en cualquier cosa menos en fútbol hace cosa de un minuto este país ha marcado gol y se ha sentido un estruendo al unísono desde aquí, desde la montaña.

Ayer decían estas que desde aquí arriba eres como dios. Ya escribí de eso al principio de curso, cuando llegamos. Ya escribí que desde aquí se controla todo, es como una fortaleza, como una torre de vigías.
Ma questa casa non è piú la stessa.

Hoy brindamos con vino rossé a eso de las 11 de la mañana.

6 comentarios:

From the Life and Songs of the Olympian Cowboy dijo...

Me ha encantado esta entrada.

jm dijo...

Tus últimos comentarios me hacen recordar esas habitaciones y personas que se van dejando atrás en la vida R. En mi caso han sido unas cuantas.

Algunas de estas vivencias se van difuminando en el tiempo; y otras dejan un no se qué inexplicable dentro con el que a veces me he topado de sopetón en los amaneceres a lo largo de los años.

R. dijo...

Hola k,
ya las he dejado, estoy segura de que como a ti me acompañarán...
un saludo :)

Viva dijo...

Brindemos

Gala G. dijo...

Amé tu entrada :) Saludos. Te seguiré.

Gina dijo...

¿Qué más ha pasado?