-El tren llegará a las 9:58.
-¿Qué?
-Eso, que he soñado que el tren llegaba a las 9:58.
-¿Pero estás loco?Estamos en clase, cállate.
-En el sueño me llegaba una carta. Ponía que me arrollaría un tren el día 9 a las 9:58.
-¡No estás en una vía de tren! Además ya son las...son las 9:58.
Contra todo pronóstico, a pesar de que los trenes no pueden entrar en las aulas universitarias, oí un estruendo enorme y ví con mis ojos cómo se rompían los tabiques en cuestión de décimas de segundo y el morro del tren sobresalía sobre un círculo de escombros, algo así como cuando un pez sale del agua y las gotas le rodean.
Después, supongo que llegó mi muerte. Exactamente a las 9:58 del día 9. Sería extraño presenciar la muerte de uno mismo en un sueño, y más todavía sentir el dolor. Prefiero que haya sido así. Después de la imagen del pez rompiendo el agua...una pantalla en negro.
Y ya está, y se acabó.
Pero voilá, he renacido.
1 comentario:
Si es un tren bonito habría dolor, si es un tren rápido... no sería un sueño.
muaks!
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