jueves, 5 de noviembre de 2009

Mi padre tiene el dedo índice de la mano derecha cortado por la mitad. De pequeña me decía que se lo había comido un cochino. Años después supe que se lo había devorado la máquina de picar carne.

Recuerdo muy bien cuando me leía cuentos antes de dormir. Yo escuchaba atenta, devoraba las letras, aprendí a leer antes que a hacer cualquier otra cosa.

Había días en los que nos dedicábamos a la geografía. Usábamos un atlas un poco desfasado, más que nada porque el muro cayó en el último noviembre de los años 80, cayó el símbolo de la separación, cayeron muchas cosas, dualidades contrapuestas, dicotomías imposibles de sostener mucho tiempo. Cambió el nombre de algunos países, y cambiaron las fronteras, exactamente las que mi padre no tapaba en el mapa con su mediodedo. Me hacía repetir una tras otra las naciones, las capitales, las ciudades más importantes.
-¿Rumanía?
-Bucarest.
-¿Bulgaria?
-Sofía.
-¿Copenhague?
-Capital de Dinamarca.
Así, de pé a pá. Y luego saltamos a EEUU, y luego a África, y a los mares, océanos, ríos...
A esa niña de 4 años el mundo se le hacía gigante, descomunal. El mundo era una lista de nombres y de números, de fronteras delimitadas por líneas de puntos. Algo así como la literatura en los institutos.

3 comentarios:

jOSE dijo...

Pero ahora esa niña ha crecido y es toda una mujer guapa e inteligente que ha dejado de mirar todos esos países en atlas. Para ella no existen ya fronteras; ahora los visita y disfruta conociendo sus gentes, su cultara y fiestas...Cuidate Esteparia, un abrazo.
PD. Vi tu mensaje en el facebook de casualidad ya que no lo uso. Por tus fotos del tuenti veo que las cosas van bien asi que nada, desearte que sigan lo más parecidas (y a al vez distintas)posible.
PD2. Voy a ponerme de nuevo con el blog, lo deje y llevo pensando desde hace tiempo que debo retomarlo, me lo pide el cuerpo.

Miguel Ángel Maya dijo...

(repuesta compartida con el blog del trompetista invisible)
...Hola, Raquel, bienvenida y muchísimas gracias por pasarte por aquí (siempre me inquieta saber cómo has llegado: ¿Luna quizás. Mmmmhhh)...
...Tu propuesta es un arma de doble filo: he visto algunas fotos tuyas e intuyo que andas por Nápoles (me han parecido reconocer las piedras junto al Castel dell'ovo, mi lugar, donde siempre iba con un buen libro o con una cerveza a mirar el mar) e intuyo, no sé por qué, que no hace mucho que andas por allí...
...Yo adoro Nápoles, adoro su luz, como bien dices, e incluso su oscuridad en el centro histórico cuando el sol baña la bahía, y los olores y las callejuelas y el café y los gritos y los mercados y los motorini y ciertas tabernas (alguna ya no está) y ciertos lugares míos, y el sol es distinto y tiene mar, sobre todo eso, que el mar la baña o ella lo abraza, da igual...
...Pero también me duele Nápoles. Voy mucho, si puedo dos veces al año, o tres, porque tengo amigos y porque no puedo estar mucho tiempo sin recorrer sus calles, pero viví cinco años allí, y me fascinaba, pero también me tenía que buscar la vida y eso ya no es tan bonito; la amaba, como la amo, pero también llegué a odiarla, y también la sigo odiando...
...Como ves, Nápoles y yo no es una relación fácil, pero eso sí, me falta, la echo de menos y la necesito, a pesar de que lo nuestro es imposible...
...En breve estaré por allí (espero). Te aviso y nos tomamos una "peroni" ;-)
...Un abrazo (y quédate por aquí, claro)...
...Yo me quedo por aquí echando un vistazo...

Shivá dijo...

Si nos cruzamos volando, estoy seguro de que reconoceré esa sonrisa. Un beso desde Murcia.