Justo esa escena, esa en la que el marqués de Sade se colocaba en medio de seis o siete actores vestidos de blanco impoluto, el cabrón se arrodillaba y una de las locas del manicomio se quedaba como en éxtasis con medio cuerpo flexionado hacia el suelo, como sin vida, con sus largos cabellos castaños rozando sus rodillas y los brazos inertes pálida como la muerte.
Un látigo humano, eso es lo que era. De pronto en un par de espasmos su pelo era como crin de caballo y azotaba sin piedad al marqués que se rendía a los golpes. Una fustigación falsa, leve como una caricia que te pone el vello de punta, pero que parecía dolorosa como un hierro candente sobre la piel.
4 comentarios:
...¿De modo que esto escribiste la otra noche cuando te quedaste en éxtasis?...
...Me da que pensar en tu éxtasis jajaja...
...Un abrazo...
Has descrito a la perfeción la escena que vi el otro dia en una peli mal guionizada y peor iluminada altas horas de la madrugada.
Sí? Es la mezcla de una obra de teatro montada por Peter Brook y un sueño que tuve. ¿Qué peli era?
Gracias por el comentario, Raquel. La obra es una maravilla y Peter Brook un visionario, no me lo pierdo cuando va a madrid!
saludos.
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