lunes, 21 de diciembre de 2009

Marat-Sade

Justo esa escena, esa en la que el marqués de Sade se colocaba en medio de seis o siete actores vestidos de blanco impoluto, el cabrón se arrodillaba y una de las locas del manicomio se quedaba como en éxtasis con medio cuerpo flexionado hacia el suelo, como sin vida, con sus largos cabellos castaños rozando sus rodillas y los brazos inertes pálida como la muerte.
Un látigo humano, eso es lo que era. De pronto en un par de espasmos su pelo era como crin de caballo y azotaba sin piedad al marqués que se rendía a los golpes. Una fustigación falsa, leve como una caricia que te pone el vello de punta, pero que parecía dolorosa como un hierro candente sobre la piel.

4 comentarios:

Miguel Ángel Maya dijo...

...¿De modo que esto escribiste la otra noche cuando te quedaste en éxtasis?...
...Me da que pensar en tu éxtasis jajaja...
...Un abrazo...

Lázarus dijo...

Has descrito a la perfeción la escena que vi el otro dia en una peli mal guionizada y peor iluminada altas horas de la madrugada.

R. dijo...

Sí? Es la mezcla de una obra de teatro montada por Peter Brook y un sueño que tuve. ¿Qué peli era?

marta villota dijo...

Gracias por el comentario, Raquel. La obra es una maravilla y Peter Brook un visionario, no me lo pierdo cuando va a madrid!
saludos.