En Nueva York, en un subte que me acerca al aeropuerto:
Escribí un cuaderno en mi viaje a USA. Es un cuaderno que ahora parece ser muy viejo porque ha dado muchas vueltas.
Compré un cuaderno barato y delgado, sin tapas duras, quería evitar a toda costa un cuaderno pesado, que al caerse haga ese típico ruido sordo.
Viajé durante semanas con una pequeña mochila. Recorrí dos países y varios estados. Anduve por muchos lugares, conocí a mucha gente y comí cosas de todo el mundo. Fue un viaje de sitios y gente, dije. Sobre todo de gente.
Escribí en un cuaderno de tapas blandas. El cuaderno anduvo por muchas partes, conoció muchos lugares, muchas gentes, y ahora le duelen los pies.
Perdió las tapas azules, tan frágiles.
Es un cuaderno que ahora parece ser viejo, y que sin tapas todas sus páginas se entremezclan y adquieren igual importancia, de modo que cuando uno se dispone a leerlo no sabe cuál es el principio, ni mucho menos el final.
1 comentario:
Me apunto a esa magia...
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