He vuelto a mi espacio.
A. me envía cartas hablándome de nuestros domingos infinitos y de cómo plasmarlos en la mágica ciudad de Firenze.
Me envía su arte.
Me envía corbatas, pajaritas, preciosas camisas antiguas.
No puedo evitar preguntarme quién fue la persona que llevó todas estas cosas antes. También estoy aquí, en mi nuevo espacio para preguntarme quién es la persona que lleva todas estas ropas ahora.
A. se encuentra cosas, ya lo dije. Antes se encontraba clips allá donde fuese. Ahora se encuentra carros llenos de o bolsas a rebosar de.
A. se encuentra muchos libros. Me aconseja que abra bien los ojos para ver qué encuentro.
Qué encuentro en mi espacio.
Qué encuentro en las ropas de las gentes qué.
Qué encuentro aquí dentro, llevando puestas las mismas cosas.
Hay encima de mí una claraboya que yo creía imposible abrir. George vino ayer a visitar todo esto, charlamos y cuando nos dimos cuenta podíamos ver la luna a través del cristal. Yo pensé: de verdad, qué bonito sería pegar un salto y salir a volar como un cohete espacial. De pronto G. abrió la claraboya y yo feliz me impulsé tanto que creí salir hasta el tejado.
De nuevo vivo en una casa que actúa como vía de escape y de encuentro.
De nuevo vivo en mi espacio.
1 comentario:
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