Es desde aquí cuando uno empieza a poner las cosas en claro y a establecer un cierto número de prioridades.
Desde aquí una asimila el cierto calor con el que siempre le despiden las ciudades en las que ha vivido, y la angustia de deshacer las casas que ha habitado metiéndolas por partes en cajas de cartón.
Es aquí mismo donde uno recorre desde tan lejos las paredes que le guardaron en invierno, donde vuelve a saborear la quietud de una mesa en la terraza del café del barrio, iluminada tímidamente por unos valientes rayos de sol.
Ahora mismo recuerdo sonrisas y cenas compartidas, tardes sola tirada en el edredón rojo y domingos por la mañana cantando a pleno pulmón y bailando con la fregona los Beach Boys.
También bailé los Beach Boys bien acompañada, los dos saltábamos como locos, el mundo era nuestro, eso creíamos firmemente desde un lugar muy sencillo, mi pequeña habitación.
También bailé los Beach Boys bien acompañada, los dos saltábamos como locos, el mundo era nuestro, eso creíamos firmemente desde un lugar muy sencillo, mi pequeña habitación.
1 comentario:
Me encanta tu blog. Y todo lo que dices. Enhorabuena, es precioso!
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